jueves, 28 de marzo de 2013

“Siete psicópatas…y un perro”

“Siete psicópatas…y un perro”, del irlandés Martin McDonagh, mezcla la historia criminal y la comedia grotesca. Uno de los personajes (Colin Farrell, alter ego del director McDonagh) escribe el guion para una película llamada Siete psicópatas. Su historia se alimenta de la crónica roja y de hechos que le cuenta un amigo encarnado por Sam Rockwell. Pero, a su turno, los sucesos que inventa se van convirtiendo en los incidentes de la película que vemos y los psicópatas del mundo literario se prolongan en el universo fílmico.



Y no solo eso. Los personajes hablan como psicópatas de otras películas (las del admirado Tarantino, claro) y los actores que representan a los psicópatas tiene figuración anterior como psicópatas de la pantalla, o "malos" a secas, desde el Woody Harrelson de “Asesinos por naturaleza”, de Oliver Stone, hasta el Christopher Walken de Ferrara, Burton, Tarantino, o Tom Waits, o Harry Dean Stanton.

Y ahí no queda la cosa. En la segunda mitad de la película, asistimos a la disputa entre dos concepciones del guion. Farrell quiere dar profundidad e ideas a su historia, mientras que Rockwell prefiere la acción y el tiroteo. La puesta en escena ilustra el debate, que apenas si llega a escuchar la crítica de Walken, el viejo perdedor: “es un guion que maltrata a las mujeres”. El crítico humanista termina liquidado en medio de un combate en el desierto que es un simulacro de western releído desde el gore burlesco, si es posible tal fusión. El delirio es progresivo y Colin Farrell lamenta el disparate en que se transforma su creación.

Y como en Tarantino, el modelo mayor de la película, las escenas de violencia tienen un costado pueril e irrisorio. Están representadas como si fueran juegos torpes practicados por personajes temibles y ridículos a la vez.

Ricardo Bedoya

1 comentario:

Gustavo Herrera dijo...

Una tarantinada de segunda categoría en su estética y diálogos pero con bastante ingenio para lograr hacer creíble eso que conocemos como "ficción dentro de la ficción". En ese sentido la película trata de un permanente tira y afloja entre la originalidad y el convencionalismo y revela las limitaciones de un director de cine que aspira a ser grande.