miércoles, 24 de noviembre de 2010

OCTUBRE / Una difícil adopción


Lo más destacable de Octubre es su planteamiento estilístico, deudor de Robert Bresson y Aki Kaurismaki. Las objeciones que se le pueden hacer parten de esa misma deuda, de la adopción de unas formas expresivas a las que se les ha vaciado de muchos de sus significados originales sin otorgarles, en su lugar, otros de igual peso.

A semejanza de los filmes de Kaurismaki, las viviendas en Octubre son pobres y antiguas, los objetos lucen gastados, los personajes visten ropas pasadas de moda, y hasta los sonidos del barrio son anacrónicos (repárese, por ejemplo, en el silbato del afilador de cuchillos). Como en Pickpocket de Bresson hay un personaje que dibuja con su tránsito un camino confuso que finalmente lo conduce a la redención, en la que se halla involucrada una mujer que lo ama.

Los personajes de Octubre, sin embargo, están más cerca de la evanescente niebla de algunos exteriores que recorren que de la palpable materialidad de los objetos que se aprecian en los interiores de sus casas, y ello los distingue de las creaturas de Bresson y Kaurismaki. Los individuos en las películas de Bresson son marionetas de Dios; a través de su comportamiento aparentemente errático actúa una lógica celeste, y el registro despojado de sus movimientos y gestos mecánicos sirve para resaltar tanto a la materia como al espíritu que la anima. Los personajes de Aki Kaurismaki, por su parte, son seres endurecidos por una sociedad que los ha dejado a un lado, como desechos; no solo sus ropas, muebles y la música que escuchan son de otra época, ellos también lo son: no van con una modernidad que los desprecia, su piel se muestra a menudo ajada, encallecida o lastimada, y sus maneras austeras están motivadas por la desconfianza, pero también por la resistencia y la integridad moral.

Los Vega no se concentran en la repetición de gestos y movimientos con la misma obsesión que Bresson; cuando lo hacen no es para hacer notar a través de ellos una voluntad sobrenatural sino el tedio y la soledad que conlleva la rutina. Tampoco les otorgan a sus personajes una ubicación histórica y social que explique su condición y comportamiento, ni reparan en las texturas de sus cuerpos vividos, como Kaurismaki. Si bien las locaciones pueden ser reconocidas como limeñas, lo mismo que la procesión del Señor de los Milagros, hay un tratamiento distanciador narrativo y fotográfico que aleja, sí, a las imágenes del costumbrismo, pero también las abstrae de cualquier ámbito temporal concreto. Carentes de peso material y privados de contexto histórico, los personajes de los Vega son poco más que espectros y terminan casi devorados por una escenografía que parece más tangible que ellos. El registro de actuación es, además, desigual: mientras que Gabriela Velásquez se inclina hacia el realismo psicológico, el desempeño estilizado de Bruno Odar se vincula más con el minimalismo bressoniano.

Hay, no obstante, momentos en los que Octubre se halla cerca de sus modelos y roza la trascendencia. Por ejemplo, en la secuencia en que Clemente (Bruno Odar) discute con un taxista que está en el espacio off. Luego de un corte de montaje, Clemente aparece herido en el suelo, presuntamente golpeado por el taxista a quien ha insultado. La alusión a una fuerza exterior que el personaje no puede controlar, mediante el uso de la elipsis espacial y temporal, remite allí muy convincentemente a Bresson, pero menos que en la escena de la foto de cumpleaños, donde primero la insólita caída de un globo y, después, la ausencia de fotógrafo detrás de la cámara automática, no solo crean melancolía y humor, sino sugieren -como tantas veces en las películas del francés- la presencia inquietante de lo inefable.

Emilio Bustamante


(Esta es una versión corregida del artículo publicado en la revista Nexos n° 15, publicación del Área de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo.

Anónimo dijo...

Vivo por Higuereta y el afilador de cuchillos todavía pasa por mi barrio.

Saludos.