martes, 20 de julio de 2010

Hacia una historia del corto peruano: cuarta parte

Los años treinta no fueron pródigos en la realización de cortos de ficción o documentales. La vida social y política peruana se vio agitada por la violencia. Todos los esfuerzos por hacer cine se orientaron a la realización de largos sonoros, que recién vieron la luz durante los años finales de la década.

Una empresa marcó ese período: Amauta Films, responsable de un inesperado brote de la producción de largometrajes sonoros que se prolongó desde 1937 hacia 1940, gracias a una sucesión de exitosas cintas populares financiadas por ella, como "La bailarina loca", "Sangre de selva", "Almas en derrota", "Gallo de mi galpón", "Palomillas del Rímac", entre otras.
Amauta Films cerró sus puertas en 1940, frustrándose quizá la posibilidad de formar una industria de cine. Una de las causas de su fracaso fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la escasez de insumos fotográficos que trajo consigo. Otra, la extraordinaria competencia que planteaba el ingreso masivo al mercado de las películas producidas por la industria mexicana, beneficiada por las cuotas preferenciales de suministro del negativo fílmico fabricado en Estados Unidos, por entonces racionado a causa de la guerra.

Amauta Films acertó al tomar la temperatura de los gustos populares, produciendo melodramas, comedias y cintas criollas, pero falló al medir las dimensiones y requerimientos de un mercado pequeño como el peruano, que estaba a punto de ser conquistado por el cine mexicano, que competía por el mismo público pero con cintas de mejor factura técnica y el anzuelo de estrellas que seducían en toda América Latina.

La desaparición de Amauta Films dejó cesantes a los técnicos y realizadores de la compañía, que se volcaron a la realización de cortometrajes informativos. Por eso, la producción fílmica peruana de los años cuarenta se centró en la realización de noticiarios y documentales de corta duración que se difundían como agregados de la exhibición regular de cintas extranjeras.

El fenómeno de los noticiarios tuvo su origen en un decreto del 14 de julio de 1944, dictado durante el primer gobierno de Manuel Prado Ugarteche. La norma estimuló la realización de un noticiario de periodicidad semanal, y de documentales que debían exhibirse en forma obligatoria en todas las salas del país. Su financiamiento provenía de un gravamen de diez centavos sobre el precio de las entradas al cine.
El sistema se basaba en un sistema de arrendamiento obligatorio de los cortos a los dueños de las salas. Los empresarios trasladaban el tributo al valor del ticket de entrada y el público pagaba la producción de los noticiarios nacionales. El monto recaudado se distribuía entre los productores de los noticiarios, remunerados de acuerdo a una tarifa calculada según el metraje del filme.

El Estado impuso la existencia obligatoria de estos noticiarios, que enfrentaron la oposición cerrada de los propietarios de las salas de cine. Ellos veían la exhibición obligatoria como una intromisión en su libertad de contratación y como la causa del incremento del precio de las localidades, por el efecto del traslado al consumidor del costo del "arrendamiento" de los cortos.
La melodía que acompañaba al Noticiario Nacional fue compuesta por el chileno Vicente Bianchi. Su grabación se realizó por la Orquesta Sinfónica Nacional en los estudios de Radio Nacional. El locutor oficial era J. Caycho.

El productor Franklin Urteaga Cazorla dejó testimonio del modo en que se hacían los noticiarios: "... Era común que los noticiarios se hicieran a la criolla, pues unas horas antes de realizarse determinado acto oficial se llamaba al productor, quien naturalmente no tenía listo el equipo; se le indicaba qué cosas debía tomar, al margen de cualquier virtuosismo o alarde técnico. Como cada noticiario está conformado por varias notas, pasaban tres o cuatro días hasta que el productor fuera llamado nuevamente para tomar otro evento y así sucesivamente. Cuando se finalizaba el noticiario habían pasado muchos días, a veces algunas semanas. Como resultado tenía que salir un trabajo malo y pasado de actualidad." (Revista Caretas, edición del 20 de agosto - 4 de septiembre de 1955) Continuará
Ricardo Bedoya

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sigue con la historia. Deberías postear todos los días