domingo, 22 de febrero de 2009

Casi un grito de miedo: La teta asustada, de Claudia Llosa


Fernando Vílchez estuvo en el Festival de Berlín y vio La teta asustada, de Claudia Llosa. Aquí nos da su opinión sobre la película y varias impresiones más. Se abre el espacio para la discusión y la reflexión -y no para la prejuiciosa descalificación o, por el contrario, la celebración chauvinista- que se ampliará luego del estreno de la cinta, el 12 de marzo. Aquí su artículo:


Algunos tuvimos la generosa fortuna de asistir a la reciente edición del Festival de Berlín y poder ingresar al estreno de La teta asustada. Pero antes de comentar la película, es preciso hacer algunas anotaciones sobre toda la discusión que se generó casi de inmediato, prácticamente minutos después de la proyección, en otras partes del mundo. Específicamente, en nuestro propio país.


Sin haber visto la película en cuestión, muchos empezaron a lanzar los ansiosos dardos con los que se buscaba minimizar el logro obtenido por todo el equipo de La teta asustada. De igual manera, rápidamente aparecieron apasionados defensores que (sin tampoco haber visto la película) ya colocan esta obra en un pedestal de oro, haciéndola intocable.


¿No será lo más sano esperar a que la película se estrene para discutir?


Y, sin embargo, ¿será eso posible?


Los que ya le han puesto la cruz irán al cine con el escepticismo en la mirada, buscando todos los errores posibles. Y los fanáticos que ahora exclaman “yo siempre dije que era buena” irán con su libreta buscando todos los méritos existentes y también los inexistentes.


Calma. No hay que arañarse antes de tiempo ni tampoco santificar una película por el Oso de Oro (la película Tropa de Élite lo ganó el año pasado, ¿eso la hace sagrada? Ni por asomo: ya sabemos que aplaudir por aplaudir es casi tan peligroso como criticar por el mero placer de hacerlo)


Lo que se celebra es la feliz realidad de ver cómo una película peruana (en coproducción con España) obtiene el máximo galardón en el Festival de Berlín. El Oso de la Berlinale es el mayor premio que una película nacional ha logrado en toda la historia de nuestra cinematografía, es un premio que vale todos los premios que se han obtenido antes, uno de los premios más importantes del mundo (personalmente, pienso que es un mérito solamente superado por los galardones de Cannes) y un cine como el peruano no está acostumbrado a ese tipo de honores. Por eso se celebra.


Se celebra además porque pone al Perú en una vitrina donde nunca antes estuvo. Cinéfilos, productores, distribuidores de todo el mundo están girando ahora la vista hacia nuestro país.


Estoy seguro que más de una puerta se abrirá para quienes sepan preparar un proyecto cinematográfico responsable. Por eso también se celebra.


Además, si uno tiene su corazoncito patriota, cómo no celebrar el ver a una cineasta peruana, a unas actrices peruanas, a una película filmada en Perú, recibir los aplausos y elogios que recibieron en Alemania.


Por último, se celebra también la recuperación de cierta fe perdida en los proyectos individuales. Pero esto es más difícil de explicar.


De otro lado, el escepticismo sustentado siempre debe ser bienvenido y hace bien la directora cuando afirma “una vez estrenada, la película ya le pertenece al espectador. Si quiere amarla, que la ame; si quiere criticarla, que la critique”. (http://elagua-inmovil.blogspot.com/2009/02/conversando-con-claudia-llosa-berlinale.html)


Cómo no ser escépticos al notar que Claudia Llosa consiguió lo que no obtuvo Lucrecia Martel en su momento (La ciénaga fue Oso de Plata, 2001) y situó su nombre en la misma lista histórica de los máximos premiados, lista donde figura Bergman (Las fresas salvajes, 1958), Antonioni (La noche, 1961), Godard (Alphaville, 1965), Pasolini (Los cuentos de Canterbury, 1972), Fassbinder (Veronika Voss, 1982), Cassavetes (Love Streams, 1984) y los contemporáneos Tavernier, Sheridan, Malick, Winterbottom, Miyasaki y P.T. Anderson, entre otros.


Esto hace que muchos se pregunten: ¿es acaso La teta asustada mejor película que La Ciénaga? ¿Acaso cuando la estrenen veamos algo tan suculento como Magnolia?


La pregunta es tramposa. Cuando un Festival serio se inaugura, la historia, los países, los distribuidores, el marketing, el director del Festival, los críticos, el público, todos podemos meter presión pero en la decisión final quedamos fuera. Al final, solamente quedan las películas frente a los gustos y preferencias del Jurado. Los demás observamos, comentamos, aplaudimos o pifiamos, como si de un antiguo espectáculo romano se tratara.


Horas antes de la inauguración, Llosa afirmaba que el sólo hecho de tener una película dentro de la Selección Oficial era un sueño increíble, un premio más que deseado. Obvio. Dentro de la misma competencia se encontraban las últimas películas de Wajda, Tavernier, Moodyson, Ozon, Frears. “El mismo día que estrenamos La teta asustada, Theo Angelopoulos va a presentar su última película. ¡Cómo no voy a sentirme honrada!”, nos contaba.


Que Moodysson haya presentado una película burda y maniquea, que Tavernier y Ozon no hayan logrado entusiasmar más allá de lo esperado, que Frears entregue una película decepcionante (otra más), todo eso escapa a la participación de Claudia Llosa. Ella cumplió con presentar su película y las circunstancias jugaron a favor. Estuvo en el lugar indicado, en el momento indicado.


Pero aceptar solamente esto es mezquindad. Un reconocimiento de este nivel no llega sino hubiera existido un esfuerzo enorme detrás –esfuerzo de años en el caso de nuestro cine- y ahí es donde debería radicar el motivo de las felicitaciones.


Así que, felicitaciones por el logro a todos los que participaron en La teta asustada. Las discusiones serias ya llegarán en su momento.


Dicho esto, pasemos a la película.

*

Fausta tiene miedo.


Le tiene miedo a los hombres. A sus palabras, a sus acercamientos, a sus roces. Le tiene miedo a las múltiples consecuencias que significa ver morir a su madre, prácticamente la única persona con quien ha mantenido una comunicación sincera y confidente en su vida (miedo a no poderle hacer un entierro decente, miedo a quedarse aislada de la vida). Tiene miedo de no ser capaz de encauzar su destino, de darle un nuevo rumbo.


Es que ella es una muchacha que nació con la teta asustada. A su madre la violaron cuando Fausta aún estaba en su vientre, y el cuerpo de una se impregnó del dolor de la otra. Madre e hija se funden en una y a solas comparten un oscuro sufrimiento. La madre fallecerá sin haber encontrado la paz. La hija tendrá que sobrellevar la angustiosa aprensión que heredó.


La señora Aída tiene miedo. A pesar de ser una dama limeña que vive en una gran residencia, con aires de independencia, acostumbrada al aplauso de la ciudad al ser ella misma una reconocida compositora musical, ahora está en una encrucijada: faltan pocos días para el recital más importante del año y la inspiración no está de su lado. Miedo al fracaso, al posible olvido.


El tío Lúcido tiene miedo. Su hija Máxima se va a casar y no quiere que ninguna tristeza flotando en el ambiente arruine esa nueva etapa en la vida de su familia. Un cadáver escondido en su casa puede ser motivo de una maldición.


La pregunta, entonces, aparece rápidamente: ¿cómo filmar el miedo?


Claudia Llosa opta por los rostros apagados, serios, impenetrables, en lugar de la expresividad excesiva, teatral. Opta por el silencio antes que el discurso excesivo. Las emociones están presentes, pero escondidas detrás de otros personajes, de la música, de los objetos. Como si leves capas de realismo intentaran ocultar las pasiones que desde dentro se alistan a clamar, como si el primer plano de unos ojos fuera ya casi un grito de miedo.


Capas, por ejemplo, cuando Fausta quiere darle una sepultura digna a su madre. La vendedora de ataúdes le muestra un féretro donde está pintado el mar. El mar, “donde se alivian las cargas y se lavan las penas”, dice la vendedora. Esta línea que parece demasiado sentenciosa y explícita, en realidad está oculta y hasta puede pasar desapercibida, pues lo que resalta son otras voces y otro féretro (uno cuyo lema dice “Arde papi”, el cual mitiga esa peligrosa solemnidad).


Capas, por ejemplo, en plena celebración de un matrimonio, cuando la cámara va girando lentamente, mostrando todo el escenario de la celebración. En medio del baile, de los invitados que llegan, de los gritos que rugen, de los aplausos que se lanzan, de los regalos multicolores… en medio de todos, Fausta cae una vez más, enferma y desangrada, sin que casi nadie lo note.
Lo importante se va ocultando.


Es que las emociones se manifiestan así: en medio del bullicio, en plena calle. Los miedos y las ilusiones no conocen de hora ni lugar. Cuando uno se sorprende o se asusta en lo más hondo, no necesariamente pone la cara de Lillian Gish haciendo “oh” en las películas de Griffith.
¿Se trata de una decisión acertada?


Lo es por distintos motivos. Porque las emociones contenidas guardan un misterio especial. Porque le dan más emotividad a las escenas donde, finalmente, los personajes liberan aquello que sienten (Fausta cantando en casa de la señora Aída, por ejemplo). Pero, sobre todo, porque los traumas que se exhiben son aquellos que se arrastran desde el vientre, desde el tiempo de una guerra interna que hasta el día de hoy no se soluciona –ni se solucionará-, un trauma que el país decidió que era mejor callar y olvidar.


Aunque suene a lugar común en una rama del cine contemporáneo, hay que decirlo: En La teta asustada, importa más lo que no se dice que aquello expresado en voz alta.

*

El cine de Claudia Llosa ha cambiado. La cineasta peruana pasó de los imaginarios barrocos de los Andes de su primera película, Madeinusa, a los silenciosos dramas personales de personajes encerrados dentro de sus propios miedos, en medio del bullicio de una urbe emergente, como se aprecia en La teta asustada.


¿Cambiar de universo geográfico significa cambiar tu manera de filmar?


Aquí podremos discutir largamente. Personalmente, pienso que sí cambia. En la primera película latían las ganas de registrar el acontecer de todo un pueblo, en sus idas y vueltas, en sus procesiones y sus jaranas. Quizás en medio de estos rituales, el drama de Madeinusa no tuvo el tiempo que la angustia de Fausta ahora tiene para envolvernos. Y eso que esta vez sigue habiendo un entorno agitado alrededor de la protagonista: ya no estamos en los Andes pero estamos en las zonas periféricas de Lima; ya no será Tiempo Santo, pero el negocio de los matrimonios garantiza suficiente baile y bullicio. Y aún así, la presencia de esta muchacha lo domina todo desde el inicio hasta el final. Sin hablar mucho, Fausta (Magaly Solier) va revelando un mundo que ella ha creado para sí pero que se manifiesta en leves e inquietantes detalles.


El cine de Claudia Llosa ha cambiado. Pero, ¿es un cambio positivo?


Todo parece indicar que sí. El registro intimista parece más elaborado. Se nota trabajo en este equipo técnico prácticamente femenino que no se separa a lo largo de la Berlinale. Caminan juntas por los alrededores del Festival Claudia Llosa, Magaly Solier (Fausta), María del Pilar Guerrero (Máxima), la directora de foto Natasha Braier (la misma de En la ciudad de Sylvia), la editora de sonido Fabiola Ordoyo, la compositora musical Selma Mutal... Un equipo femenino para una película sobre las mujeres. ¿Significará eso algo? No necesariamente. Lo cierto es que la película, en general, muestra detalles y sugerencias que son gratos de ver.


El jardinero roza la mano de Fausta: no vemos qué gesto pone ella, pero observamos cómo su pantalón remangado vibra y cae. Otra: la señora Aída le promete una perla a Fausta por cada canción que ella le cante (en una escena especial, la del baño, donde los movimientos de los actores, la iluminación y el sonido están muy cuidados). Cuando, finalmente, Fausta canta, no hace falta decir nada más entre ellas. Simplemente se muestra la perla ganada.


¿Estos actos sugerentes la hacen una película brillante?


No creo que ni la misma directora la considere así, a pesar del premio. Habrá mil películas mejores, diez mil peores. Simplemente, es una buena película. Hay que ir a verla. Y discutirla. Pero sí es la mejor película peruana que recuerde haber visto.


¿Se burla de la miseria de los peruanos?, preguntan otros.


No es algo que haya percibido. El Perú se presenta como un universo diverso y lleno de contradicciones. Y, aún así, se trata de una ficción aunque resulte extraño hablar de límites y fronteras.


Una situación que arrancó sonrisas durante la premiere fue el hecho de ver una boda masiva en la pantalla grande. En la conferencia de prensa le preguntaron a la directora si esa circunstancia era también producto de su imaginación. Les costó creer a los extranjeros que se trataba de una práctica común y casi cotidiana en nuestro país. También preguntaron si el ponerse una papa en la vagina para evitar las violaciones era una práctica extendida luego de la época del terrorismo. En esta ocasión, la directora y guionista Llosa contestó que no, que esa parte de la historia era pura ficción.


Es cierto. No resultará muy gratificante para algunos pensar cómo se nos puede observar desde el exterior, pero una película es una mirada personal y un director tiene la potestad de crear su propio imaginario a riesgo de caer después en el exotismo atolondrado.


En La teta asustada no vemos este riesgo. Se trata de una película centrada en su historia, en sus personajes, en aquello que subyace. El ambiente colorido no es el protagonista, sino el contrapunto a las vidas opacas e inertes de los personajes principales.


Debe ser también que la vida urbana es más asequible, más cotidiana, más reconocible que aquella vida de comunidad andina perdida en los Andes, donde hay mucho sentimiento encontrado aún y donde para todos nosotros es más fácil manipular lo que uno no conoce a fondo. A diferencia de Madeinusa, pocos podrán distraerse de la película pensando en el racismo o el cosmos pintoresco. La discusión más decantará acerca de qué tanto se siente el guión en cada línea o si resultan un poco excesivas las escenas del canto (escenas en donde el silencio termina y la angustia alza la voz, en busca de una liberación que urge).


Aunque juega una vez más entre lo que es invención y lo que son ciertas concepciones andinas, La teta asustada apunta a otro horizonte, uno más personal, uno más privado.

*

La vida y la muerte comparten piso. Lo que ayer era un entierro, hoy es un matrimonio. Lo que ayer era una tumba, hoy es una piscina para todos. La papa es fertilidad, pero también es hemorragia. Un hombre es amigo pero también victimario.


El problema es que, en la ciudad, la dualidad no es tan fácil de aceptar. Resulta contradictoria. Atemoriza. Cautelosamente hay que refugiarse en el canto, en el quechua. A diferencia de la mencionada Tropa de élite o de la conocida Ciudad de Dios, no estamos frente a la mirada del publicista cool. Esta vez, un tema delicado se filma de manera delicada.


Si la película gusta o no, es otro cantar. Lo mejor es dejarse sorprender. Ya llegarán nuevas y mejores discusiones que esta exposición, nuevas y mejores polémicas cuando llegue el día del estreno. Y ojalá se alarguen, más allá de los fantasmas de Madeinusa, más allá de los osos dorados y más allá de las semanas en cartelera. Nuestro cine necesita más discusiones sensatas y menos choque de egos. La exhibición de esta película es una gran oportunidad para ello.


Y, por último, la otra gran oportunidad:


Si la memoria no falla, el llamado “nuevo cine argentino” apareció también de esta manera. El reconocimiento a un cineasta les dio fe a los nuevos y ganas de renovación a los viejos. La manera de entender las películas cambió para los realizadores, para el público, para las salas, incluso para las propias instituciones gubernamentales.


Desde luego, también jugaron innumerables factores.


Y aún así, este es el momento perfecto para que financistas, empresas privadas, el propio CONACINE, entiendan la importancia y resonancia de impulsar no solamente películas de fácil consumo sino también aquellas que proponen nuevos aires a un arte casi asfixiado en nuestro medio.


Nunca el cine peruano ha tenido esta ocasión de oro para consolidar esta renovación que acaba de dar un paso agigantado en Berlín, en los pies de La teta asustada. Es sabido que la historia de nuestro país está llena de oportunidades perdidas. Que esta no sea una de ellas.


Fernando Vílchez R.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Fernando, tu vision me parece acertada, seria. La semana pasada el director del diario La Razon (Feb 18), se lanzo contra la cinta de Llosa y contra ella misma por haber concebido una cinta desagradecida con el Ejercito peruano (?), seria lamentable tambien que otros intenten arrachar la pelicula hacia la otra orilla, sin siquiera haberla visto. En cualquier caso el debate se habre nuevamente y tan util como ello seran los efectos que este reconocimiento pueda revertir sobre la actividad local. Me parece, sin embargo, que un tema delicado y central como este (efectos de la violencia politica y militar) la vision de la directora no debe estimarse casual. Se puede discrepar y coincidir. Se puede ser formalmente correcto y politicamente equivocado y tambien en el sentido inverso. Estaremos atentos.
Martin Sanchez Padilla

Anónimo dijo...

Imaginen al sujeto que habla en este link que les mando como Misnistro de Cultura (de la Kultur)de un futuro gobierno peruano: el racismo como dogma y todos a la hoguera.

http://www.youtube.com/watch?v=7hx_v7ShLcU&feature=related

Anónimo dijo...

Estimado Fernando: se agradece tu comentario, discreto, cauteloso y con un sentido del respeto al lector y al espectador. Creo que, de otro lado, es la sensibilidad de nuestra conciencia de cultura postergada en el escenario mundial (no hablo de complejo de inferioridad) lo que vuelve el premio de Llosa particularmente notorio para todos, y por ello expuesto a las contradicciones. Un estrato comprensible de patriotismo en cada uno nos vuelve atentos y, por ello, a punto de la ilusión y la decepción fuera de lugar, en conflicto con nuestros criterios netamente artísticos.
Ojalá el estreno se apresure, por cierto. Pero, concuerdo con Fernando: estos premios alientan. Qué coincidencia tan llamativa que anoche mismo otra mujer ganadora, la boxeadora Kina Malpartida, contara que le debe este éxito a la inspiración y el ánimo que para ella supuso el vigoroso ejemplo de Sofía Mulanovich. Asuntos emocionales, sí, pero importantes, porque son ellos a veces lo que nos llevan a dar el paso definitivo para la expresión y la audacia. Cuántos poemas o pinturas consumidos en el rincón de la inedia. Aquí y en todas partes.

Anónimo dijo...

Estas son algunas perlas de Vilchez sobre Madeinusa:
Un punto formal que me incomoda de Madeinusa es el uso de los símbolos. En la lista de preguntas que le enviamos a la directora, una de mis interrogantes fue: “Madeinusa está llena de elementos simbólicos, claves regadas a lo largo del filme que tocan los temas de la incomprensión, el incesto, la oposición de dos universos. Cayo es un Dios Muerto y Salvador es el nuevo ojo juzgador. ¿Qué pasa cuando esos símbolos son rápidos de reconocer y no parecen apuntar a nada más?”
He ahí, apreciado señor, uno de mis grandes reparos al filme: sus metáforas son muy claras, demasiado claras. Okey, los aretes son un símbolo fálico. De acuerdo, el nido de roedores casi al final nos recuerda que seres tiernos pueden ser también horribles (la dualidad). Otro más: (el) Salvador paga por los pecados ajenos.
La pregnta es "Le creemos a Vilchez?????

Anónimo dijo...

Estimado Martín Sánchez:

De acuerdo. Uno puede ser formalmente correcto y políticamente equivocado, especialmente cuando ya sabemos que son heridas que todavía afectan a gran parte de una nación.

Si bien la directora afirma que, antes de señalar culpables, le importa más registrar los sentimientos que quedan luego de la guerra interna, me parece que sí hay una postura en la película sobre esa guerra, aunque aparece de manera sugerente, sin aspavientos. Esperemos el estreno de la película.


Estimado Anónimo de las 18.25:

En su momento Madeinusa resultó una confusión de sensaciones.

Formalmente me pareció muy apreciable, pero se armó un importante debate en torno a la ideología y simbología, temas que la mayoría de críticos locales aplaudían al unísono.

Pero, hay que recalcar lo evidente, Madeinusa es una película. La teta asustada es otra.

No me gustó Benjamin Button, pero Zodiac me parece fascinante (Fincher).

Me agradó Tiro en la cabeza, pero salí molesto de La soledad (Rosales).

Y, por ponerlo más cerca, aún me quedo prendido de Sin compasión o La boca del lobo, pero prefiero evitar todo lo que Lombardi ha hecho esta década.

Muchas veces, a pesar de tratarse de los mismos nombres, es la mirada del cineasta la que cambia.

Y además no sólo cambian los cineastas. También -y sobre todo- cambiamos los espectadores.

El cine es una experiencia viva y emocional. No es papel muerto.

Una vez más, ojalá que esta película genere sus propios aplausos y discusiones, lejos de los premios, lejos de Madeinusa y lejos de la mala leche.

Anónimo dijo...

Este es uno te los textos más inteligentes y bien escritos que he leido en mucho tiempo. Me gustan los detalles que se mencionan y también la la prudencia en los comentarios. Ahora a esperar el estreno y ojalá que puedan escribir más textos desde Berlín sobre otras películas del festival.

Wolverine

Anónimo dijo...

:-D

A mí me parece legíimo hacer una crítica A FAVOR o EN CONTRA de una película que "no se ha visto".

Esto, porque "ver" es siempre un ver ideológico. Un ver condicionado por intereses, por las prácticas sociales de quien "ve".

ENSALZAR o DENIGRAR una película al margen de su exhibición es perfectamente razonable y muchísima gente lo siente así. Por ejemplo, hay individualidades que abominan un gobierno con gran influencia militar al margen de que lo tengamos. O se hablan pestes de "El Infierno" aunque los fieles jamás han pasado por allí (o por "El Paraíso).

Todos vemos lo que tenemos previamente como referente en nuestro marco de evaluación.

JORGE LUIS VILLACORTA SANTAMATO

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Ricardo cuando dice que causa repugnancia el cargamontón contra una película que nadie ha visto aún con la excepción de Vílchez. Esto circula en Cinemaperú y parece escrito con envidia rencor y machismo es decir mucho de la frustración que hay en el país y que brota cuando alguien gana un premio importante.
Se supone que es una guís de cosas que debe decir un peruano (o peruana) que gana un premio interncional:


- Me produce enorme consternación haber ganado, sobre todo compitiendo con artistas de talla mundial que de chica veía como maestros. Ustedes me inspiraban y me hicieron amar este arte, por eso ahora viéndolos aquí me causan gran ternura, similar a la que siento cuando visito a mi abuelito y le debo dar la papilla mientras lo escucho hablar de su juventud, de verdad colegas, es un gran honor haberles ganado esta noche, y juro que llevare con dignidad el peso que significa que de ahora en adelante soy mejor que ustedes.

(...)

- En primer lugar quiero agradecer a los miembros del jurado que encontraron en lo que hice la poesía, la belleza y la justificación de que las magníficas ideas que me acompañaban desde niña tenían valor y no eran pajas mentales, como me decía mi mamá. En segundo lugar quiero agradecer a las personas que dieron su plata para traer mi obra hacia ustedes, no importa que tengan derechos económicos sobre mi trabajo y es casi seguro que por publicarla, producirla o distribuirla ganen 10 veces más que yo. El trabajo de aquellos con quienes firmé contrato, vale porque forjan industrias culturales sentados en escritorios y usando sus enormes blackberrys. Además, reconozco que si no fuera por ustedes, sería una desconocida, triste, buscando aceptación y probablemente viviría con mis padres, por lo que para meter a mi novio para tirar en las noches debería bajar el colchón al piso para no hacer bulla.

(...)

- Tampoco olvidaré a los que me criticarán en mi país, estoy segura que verán en mi obra un doble discurso, que no merezco ganar, que este premio es de segunda, que mi competencia era mantequilla, que soy una desgraciada por usar estereotipos, o vender mi país al mundo de forma denigrante, que puedo ser racista, no indigenista, fujimorista, y todos los “istas” que consideren. Llego a entenderlos amados compatriotas, yo también en su lugar me envidiaría, lo más seguro es que a partir de ahora tenga muy buenas oportunidades, mucha prensa, que me paguen mejor, que tenga al levantarme una vista privilegiada al mar, que viaje en primera clase, que converse con gente muy interesante, que me inviten cocaína de alta pureza, que un modelo Boss sea mi juguete sexual, que tenga un diamante como piercing en el pezón, que coma en El Bulli sin reservación y claro que pueda viajar a Dubai, New York y Paris, no como una peruana más, sino, y recuérdenlo, como una célebre artista aclamada por la crítica. Así que recibo sus arteras críticas demoliéndome, con un dildo de rubí que no merezco, haciéndome tocar las estrellas.
(...)

Anónimo dijo...

El sr. Vilchez tiene razón cuando dice que la apreciaciación de una película puede variar conforme pasa el tiempo. "Los espectadores cambiamos", sentencia, acaso orgulloso de su capacidad de rectificación. Sin embargo, debo reconocer que hay algo en sus palabras que me da cierta desazón. "Eficaz trabajo de producción. La fotografía, el sonido, el aspecto técnico cumple en su concepto. Buen humor por momentos. Casi todos los “actores” están bien... Y ya. Hasta ahí llegó mi patriotismo (...) Curiosamente, creo que el mayor defecto es ese guión, ese mismo que ganó en La Habana, que se siente casi por capítulos (...) Fuera del eje Cayo-Madeinusa, el resto son personajes funcionales, simples activadores. A otro nivel, la película sigue pasando por mis ojos sin rozarme, sin despeinarme. La opresión del pueblo quizá se deduce, pero ¿se siente? Más bien, aburre. La película parece una caja envuelta en papel de regalo color azul cián y lacito rosado...". Esto es lo que escribió el sr. Vilchez sobre Madeinusa al momento de su estreno. Su opinión es totalmente válida, no obstante ahora que La Teta Asustada es todo un boom, aparece y se muestra como el gran moderador y crítico de los apasionamientos que viene suscitando la cinta. ¿Y dónde está la memoria?, me pregunto.

Ine dijo...

Hoooola, muy acertada la apreciación de la pela, me aclaró varias cosas.

Yo ya la vi la semana pasada en BCN y a pesar de ir con mis super ideas del dramón que debía de ser, me sorprendió muchísimo y me he mataaado de risa la mitad de la pela. Me encanta como a pesar de que Fausta, el tío y la tía Aída andan muy solemnes con su miedo y toda la nota, alrededor de ellos hay un carnaval y unas criolladas magníficas que hace que los limeños nos identifiquemos mucho más en la teta asustada que en madeinusa; lo cual puede que fuera el problema del criticismo de ésta última, como la mayoría no conoce la realidad andina, creen que la caricaturizan de mala manera.

Yo creo que la gente se sorprenderá mucho cuando la vea.

Anónimo dijo...

El análisis hecho por Fernando hizo retumbar en mi cabeza más de una vez la cuestión de las fronteras y recordé así mismo al maestro Gabriel García Márquez, quien en sus relatos juega con la fina separación entre la realidad y la fantasía para poder expresar lo que muchas personas en los países latinoamericanos viven día a día y lo que para muchos otros, en estos mismos países, sólo es concebible en un mundo ficticio.

Claudia Llosa juega con esto mismo, con el límite entre realidad y ficción que resulta en la imagen de una población actualmente golpeada por un pasado ignorado.

Como lo he dice Fernando, el valor de esta película está en que es el espacio en el cual los silenciados y hechos a un lado importan más que lo que salta a la vista. Para mí, ésta debería ser la razón de ser de las producciones culturales de nuestros días.

Anónimo dijo...

Fernando tal vez tienes razón cuando afirmas que: "Que Moodysson haya presentado una película burda y maniquea, que Tavernier y Ozon no hayan logrado entusiasmar más allá de lo esperado, que Frears entregue una película decepcionante (otra más), todo eso escapa a la participación de Claudia Llosa. Ella cumplió con presentar su película y las circunstancias jugaron a favor. Estuvo en el lugar indicado, en el momento indicado.
Pero aceptar solamente esto es mezquindad. Un reconocimiento de este nivel no llega sino hubiera existido un esfuerzo enorme detrás –esfuerzo de años en el caso de nuestro cine- y ahí es donde debería radicar el motivo de las felicitaciones."
Por qué no reconocer también que el motivo de las felicitaciones se deben centrar en que una individualidad como Caludia Llosa, con su sensibilidad y su talento, que ha sabido liderar a todo el equipo de personas que la han acompañado, haya ganado el premio.
El motivo de la gran alegría es ese, que una joven talentosa haya ganado con su idea original ese importante premio, Y hay que decirlo a gritos!!!

F dijo...

"creticar por el mero placer de hacerlo", no solo es peligroso, sino tambien fascinante.

Ya un poco mas en serio, el nuevo cine argentino creo que tiene mucho mas relacion con la coyuntura social de ese pais en ese momento... ahora, si Alan sigue asi, quizas si haya un nuevo cine peruano.

salu2

Franco