domingo, 25 de mayo de 2008

Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal


La cuarta película de la saga es decepcionante, sobre todo para aquellos que hemos crecido en los ochenta vinculando la mítica figura del arqueólogo cínico al cine de aventuras con rasgos de serie B. No basta juntar al aprepo el típico sombrero, la banda sonora de John Williams, ni seguir la pista a decenas de acertijos o tener como escenarios a exóticos y tercermundistas lugares para recuperar el espíritu de las anteriores películas de buscadores de tesoro que dirigiera Steven Spielberg.

En primer lugar, Harrison Ford ya no es el típico Indiana, aunque siga teniendo miedo a las serpientes: ahora se devanea en piropos rebuscados ("Todas ellas tenían el mismo problema…Que no eran como tú"- le dice a su partner Marion tras el reencuentro o aquel "Si quieres ser buen arqueólogo deja las bibliotecas"), carece de las sutilezas que lo hacían por momentos un protagonista de ambivalencia moral, y prácticamente es ahora un personaje de panorámicas, pues ver a un Indiana veterano pero rudo exige el respectivo distanciamiento.

Indiana es un héroe en el guión, en el recuerdo de sus predecesoras, más no en la puesta en escena, ya que comparte la fuerza bruta de los momentos de acción con sus acompañantes de ruta: la huida en motocicleta por la ciudad universitaria, la persecución en la selva tupida, la llegada a las ruinas precolombinas. Cuando está solo cumpliendo su misión se muestra vulnerable, como en la secuencia del suburbio de prácticas nucleares en Nuevo México (un Indiana teniendo de fondo al famoso hongo de la destrucción puede ser emblemática en torno a los nuevos terrores a los que se puede enfrentar un héroe de esa naturaleza).

En segundo lugar, la historia de la calavera de cristal se sostiene débilmente en la serie de enigmas resueltos, donde resulta hilarante esa versión de la muerte de Francisco de Orellana y su relación con los nazcas. Si antes Indy descubría el Santo Grial o el Arca de la Alianza ahora va en busca de una calavera de nuca descomunal que se supone llave de la utopía de los conquistadores: El Dorado.

La acumulación de escenas de acción prácticamente tiene una lógica endeble y antojadiza (como ver a esa suerte de Fonzi prendado de lianas junto de decenas de monos). Ni siquiera las inevitables trampas mortíferas logran efectividad. En el diseño de los antagonistas, esos rusos de la KGB obsesionados con lo paranormal, hay una empatía con la época de la cual se narra, a mediados de los años cincuenta, dejando entrever la paranoia de la guerra fría y su sátira.

Este Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal, viéndolo como un "sumo de películas de películas", fórmula de toda la saga, me recuerda a los escenarios de las cintas de Ernest B. Schoedsack (quien dirigió Doctor Cyclops, que tenía también a Perú como eje de su relato), o a diversos filmes de aventuras de los años 30, periodo hegemónico de los estudios y su cartón piedra desde una perspectiva artesanal, sin efectos rebuscados, sobre todo en las escenas de la selva, extrañando otro tipo de variaciones escenográficas como en las emblemáticas La reina Cobra, de Siodmak, o inclusive Hatari de Hawks con el empleo de los exteriores, que sirvieron de inspiración para las primeras películas de la saga.

Perú visto por...
De otro lado, yendo al apartado de tener a Perú como escenario imaginario, el argumento del filme viene a afianzar una vez más esa idea de inferioridad de las culturas prehispánicas, que se ven como incapaces de haber desarrollado todo un sistema arquitectónico (el aspecto más evidente) legando toda la genialidad a una invasión digna de los X files o del new age más chirriante.

El Perú de Spielberg está más cerca de El secreto de los incas (EEUU, 1954), de Jerry Hopper, donde aparece Yma Sumac junto a Charlton Heston, quien está a la búsqueda de una tumba sagrada y donde sobresale toda una recreación del universo maya pero en los Andes (es decir los incas y los mayas son intercambiables). Un Perú donde se oye como música de fondo rancheras, donde Nazca tiene un aeropuerto internacional, donde el mercado en medio de las famosas líneas custodiadas por María Reiche es lugar de reunión de habitantes con vestimenta puneña y cusqueña. Este quizá sea el mayor atractivo para el público nacional, pues esta versión loca de la historia es tan ingenua como aquellos de los clásicos de aventuras, donde no importaba tanto la procedencia de los "otros", sino el espacio como lugar peligroso, lleno de adversidades y de un exotismo que extrañan en Occidente.

Mónica Delgado

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Para los "green go"s, Jesse James y pistoleros representan mas cultura que cualquier civilización pre-existente, hay que comprenderlos, esa es su sola cultura, tienen que defenderla pues......

Anónimo dijo...

Creo que el enfoque que le da usted a la película es como auto-castigarse porque otros se fundamenten en un absurdo e inmostrable pasado peruano. Porqué ofenderse si un retardado mental se confunde.
Yo me divertí, como en Meteoro e Ironman, no veo los defectos ni me interesan darlos a conocer ni comentarlos con mis amigos, simplemente me distraigo.
Creo que esta película no pierde su esencia natural, la mantiene, la adapta a nuevas generaciones y su objetivo lo cumple; pasar un momento agradable.
Lamento su crítica, pero sé que usted es una persona inteligente aunque poco perceptiva de lo que supone el mercado.
Karlos Kano

Anónimo dijo...

TE FALTO HABLAR DE LA MEJOR ESCENA. LA DEL SOMBRERO AL FINAL. ESO HACE LA PELI.

Anónimo dijo...

Otra vez aparece el peruano resentido y amargado, tratando de "luchar" por su identidad. Cuantas veces la señorita Delgado habrá asistido a un cumpleaños con rancheras?? (que aca abundan)....

Anónimo dijo...

A Karlos Kano: Sería más fácil ir al cine sólo para divertirme, pero eso está fuera de mi interés. Me parece exagerado decir que algunas partes de Indiana me ofendan. En mi texto señalo que los paradigmas sobre Perú (sobre todo el Perú prehispánico)en general siguen tan férreos como los filmes de aventuras de los años 30 en adelante (o inclusive antes).
La industria cultural (o el mercado como Ud. le llama) ha buscado siempre homogenizar cierto tipo de discursos y eso es lo que pasa en este caso. Hacer evidente una vez más el imaginario que sigue vigente sobre nuestra historia no es "autocastigarse", sino acentuar hasta donde puede llegar lo chirriante con fines masificadores. Esta saga de Indiana deja mucho que desear, y no sólo por su argumento (igual puede decirse de la segunda parte, que tiene a la India como escenario, se repiten una serie de lugares comunes sobre Oriente, pero allí sí funciona otra lógica argumental), sino también porque la dupla Lucas y Spielberg se muestra agotada y carente de ideas.
Un poco de espíritu crítico no viene mal.

Anónimo dijo...

El comentario de la película me parece acertado en un 100%.

Me parece fascinante que se afirme que "la dupla Lucas y Spielberg se muestra agotada y carente de ideas".

Supongo que para el equipo de trabajo Lucas-Spielberg-Ford-Williams-Kahn el paso del tiempo es algo que tienen que aceptar, y si se están mirando las caras periódicamente, preferirían llevar a la pantalla al personaje que les da trabajo hasta donde ellos mismos duren en este planeta.

Todos han crecido juntos (por decirlo de un modo amable) y tienen que reafirmarse como vigentes aceptando sus características actuales (es decir, tienen que aceptar que han pasado su vida adulta elaborando fantasías y si su existencia significa algo ahora es porque existe una estructura social que requiere que se cuenten cuentos fantásticos).

En otros términos, tienen que morir en un contexto discursivo que justifique su propio quehacer. Por tanto, sólo en la medida en que jueguen hasta el último minuto con las reglas esquizofrénicas de la producción industrial de discursos, podrán fallecer tranquilos.

¿Tendría sentido que estos cineastas piensen ahora que las interminables fantasía desligadas de la realidad (social) que pergeñaron fueron sólo artículos de consumo para usar y botar sin trascendencia histórica?

Como Alfred Hitchcock o Walt Disney, estos "trabajadores de la industria del cine" son hombres de negocios y comprenden perfectamente que son las "ganancias" la finalidad del juego, independientemente de lo lejana que esté la narración de cualquier cotidaneidad existente. Desde esta perspectiva, me parece razonable que tengan las agallas para pasar por encima de cualquier discurso ajeno y dotar del contenido que les apetezca a palabras como "Perú", "Nazca" o "Cusco". La lógica de la película es la lógica de la mercadotecnia, la lógica de los derechos de autor sobre el personaje, la lógica de pagar las cuentas cotidianas, la lógica de las inversiones.

"Indiana Jones y La Comarca Subterránea de los Cíclopes Atómicos Neo-Nazis Productos de los Experimentos Fallidos del Dr. Sí Cuando Estaba Con Tres Copitas de Vino Tinto De Más En Su Estómago Gigante" bien podría ser la siguiente película de la saga... Y a mí me parecería estupendo, porque responde a las necesidades del marco planteado.

Anónimo dijo...

TODO LO QUE DICE ES CIERTO, PERO LA VERDAD A MI ME ENCANTÓ LA PELÍCULA Y DISFRUTÉ MUCHO VERLA =)

ES COMO HABLAR DE UNA PLANTA QUE ES HERMOSA DICIENDO ESTO:

"CRITICA DE LA PLANTA GERANIO"

LA PLANTA ES PECULIARMENTE MEDIANA DE HOJAS TIPICAMENTE VERDES QUE RAYAN EN LO COTIDIANO, SON ATERCIOPELADAS , ALGO MUY COMÚN EN LAS PLANTAS... Y EL COLOR DE SUS PÉTALOS NO DEJAN DE SER CONVENCIONALES ,... TIENEN UN OLOR SUAVE PERO TIPICO, LO CUAL LA CONVIERTE EN UNA PLANTA DE LO MÁS CORRIENTE,, JEJE AMIGO CREO QUE A TODO LE PODEMOS ENCONTRAR LO NEGATIVO SI QUEREMOS ...

Y NO DIGO QUE ESTES MAL PERO QUE CASO TIENE LEER TU CRÍTICA?

HAHA NO SE POR QUE CAI AQUI A LEER ESO NO TIENE SENTIDO...