miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sobre una cierta tendencia de la crítica local


Isaac León Frías nos envía un comentario que responde la pregunta hecha ayer por un lector acerca de un post publicado hace unos meses por Ernesto Zelaya, y comentada por Diego Cabrera, ambos de la revista Godard!, en el blog al que remitimos:

http://necofobia.blogspot.com/search?q=%22La+historia+se+repite%22

1- Comentario del lector
Señor León Frías

"Usted escribió sobre la revista Godard y su relación con las compañías distribuidoras de películas. Hace un tiempo en el blog Necofobia, el señor Ernesto Zelaya de la revista Godard escribió esto que a mi me sorprendió:

" Voy a hacer un paréntesis entre tanta crítica para comentar una situación que ya se viene repitiendo cada año y que cada vez me parece más cómica...

Como siempre, los críticos que se precien de ser importantes publican en el mes de diciembre sus listas de los mejores estrenos del año, dando pie a comentarios, comparaciones y críticas. Yo también lo hago como podrán ver y más que nada termino en desacuerdo con todo el mundo.

Hace algunas semanas, me encontraba leyendo estas listas en el suplemento Luces de El Comercio y me di cuenta que todos los críticos de dicha institución coincidían en una crítica que ya se viene repitiendo a cada rato: la pobre calidad de los estrenos en la cartelera comercial, la falta de películas más "de peso", "artísticas" o como quieran llamarlas, la conclusión general de que el 2006 fue muy pobre para la cartelera y ojalá esta situación mejore para el 2007.

Algo me dice que a fin de año van a estar deseandole lo mismo al 2008. Y esto es algo que no sólo sucede aquí sino en todos los países: los criticos se lamentan de lo malo de su cartelera y proclaman que "tal o tal año ha sido el peor". Y así sucesivamente, se va repitiendo como un círculo vicioso.

No niego que hay varias películas en cartelera que están de más (Ya sean gringadas como Deck the Halls y mientras menos hable del Ratón Pérez o la treintena de animalitos animados que parecen salir a cada rato), pero hay algo que estos ilustres críticos parecen no tomar en cuenta a la hora de quejarse. Desgraciadamente, la cartelera no está hecha para ellos. Las distribuidoras traen películas pensando en el público en general, esa gente que va al cine sólo de vez en cuando y sólo para divertirse, no para criticarle a una película hasta los créditos.

Esto igual es un negocio y las distribuidoras obvio, desean que las películas tengan buenos resultados. Que mejor manera trayendo películas reconocibles y que la gente va a ir a ver... los criticos que buscan filmes más profundos o de mayor peso, son una minoría. Yo digo, simplemente, es lo que hay y si no te gusta, no vayas al cine en vez de quejarte tanto."

Ahí también aparece un comentario del señor Diego Cabrera que es también de Godard que dice a Zelaya esto:

"Muy lucido y honesto de tu parte Ernest. El ego de la mayoría de críticos no les permite ver cosas tan sencillas como las que acabas de exponer. Dale que el Blog está de P.M.".

Qué opina usted?

2- Respuesta de Isaac León Frías

La argumentación de Ernesto Zelaya - no es extraño que haya pasado por la revista Godard! - es similar a la que esgrime Pimentel en el reportaje publicado por José Tsang en la revista Caretas a fines del año pasado y de la que se dio cuenta en este mismo blog hace algunas semanas. ¿Para qué quejarse del estado de la cartelera? Por qué pedir películas que sólo gustan a los críticos? Qué sentido tiene repetir la misma monserga? Acaso los distribuidores no exhiben lo que el público pide?

¿Qué es lo que revela tal argumentación?


Primero, indiferencia negligente frente al estado de cosas reinante. La argumentación podría aplicarse a muchas otras áreas o campos y, dentro de esa lógica, igual se podría decir que es inútil dar educación a los malnutridos. Nunca he leído en quienes sostienen esa posición frente a la cartelera la menor referencia a lo que no sea el mantenimiento de la situación vigente. En otras palabras nos dicen que estamos ante un mercado intocable, ante una realidad de hegemonía que no queda sino acatar. Ergo, el periodismo y la crítica deben limitarse a comentar lo que se estrena.

De esta manera el periodismo y la crítica se hacen absolutamente cómplices del statu quo bajo el manto cultural, y sirven a la industria cinematográfica de una forma parecida a la publicidad directa.

Pero no se trata de simple conformismo y seguidismo cómplice. Hay más: un cierto menosprecio al cine visto en las grandes pantallas. Como son espectadores sin pasado cinematográfico, o de muy escaso pasado, y casi todo lo que han visto ha sido a través de la pantalla chica (VHS, DVD o cable) poco les importa lo que se vea en los cines y el estado de la cartelera. ¿Qué importancia tiene para ellos lo que pueda ofrecerse en el espacio de los multicines y para qué comprarse el pleito con las distribuidoras?


En realidad, se enfundan en su propio y pequeño espacio aunque, claro, el pretexto principal de su actividad periodística sean los estrenos. Pero es simplemento eso: un pretexto que les sirve de plataforma, pues en el fondo lo que se vea y lo que no se vea en la cartelera no es un asunto que les preocupe. Y como, al mismo tiempo, muestran una tendencia a sobrevalorar el promedio de lo poco que se ve en la cartelera, no ven ningún motivo de queja. Si se cortan escenas, se excluyen películas anunciadas o no se estrenan otras, eso los tiene absolutamente sin cuidado.

Por otra parte, hay un claro desprecio al público. La razón se esgrime con claridad: lo que se ve es lo que pide el público y, por lo tanto, es absurdo que un grupo de críticos pida un cine que sólo a ellos interesa. Ese argumento es absolutamente elitista y excluyente. Como si todo estuviera perdido y no valiera la pena el menor esfuerzo. Cuestionan que a partir del supuesto interés de un pequeño grupo o segmento, se proteste por el estado de una cartelera infame. Pero son ellos los que se sitúan en ese lugar privilegiado y muy por encima de ese público por el que no importa hacer nada. En el fondo, el individualismo más cerril y autocomplaciente.

Isaac León Frías

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Señor León Frías,

Estoy totalmente de acuerdo con sus comentarios. Sin embargo, quisiera que se pronunciara respecto de un post que mandé la semana pasada y que no ha sido contestado por Ricardo Bedoya (que no está obligado a hacerlo, claro está).

Básicamente me gustaría que sus (justificadas) protestas se convirtieran en propuestas y en acciones concretas. Estaría un grupo de críticos o interesados en el cine dispuesto a comerse un pleito legal contra las distribuidoras?

Acá va el post. Si pudieran leer la sentencia del tribunal español y establecer semejanzas o diferencias con el caso peruano, sería excelente:

"Ricardo,

Fui yo el que sugerí que se adoptaran medidas legales concretas ante el INDECOPI dado que, según los indicios y hechos que mencionas, existirían prácticas que atentan contra los derechos de los consumidores y la libre competencia.

Me queda claro que la cosa no camina por el lado de la Oficina de Derechos de Autor que maneja Moscoso (que es una de la varias oficinas que tiene el INDECOPI). Pero me parece que la cosa podría ir mejor en la Comisión de Libre Competencia, a la cual no le interesa la calidad de la cartelera pero sí que los distribuidores que se encuentren en posición de dominio ejecuten prácticas que puedan afectar la competencia y el acceso a una variedad de productos o servicios a los consumidores (por ejemplo, si realizan prácticas destinadas a excluir a distribuidoras independientes).

También es ilegal, de acuerdo con el Decreto Legislativo 701, que las empresas distribuidoras se pongan de acuerdo en precios, condiciones comerciales, reparto del mercado, etc.

Un antecedente interesante se dio en España, cuando el Tribunal de Defensa de la Competencia sancionó el año pasado a las principales distribuidoras de Hollywood con casi dos millones y medio de euros a cada una y las obligó a abstenerse de seguir practicando las conductas ilegales.

Entre las prácticas sancionadas se encuentran las de restringir la libertad de los exhibidores, imponer el período en el que deben ser exhibidas las películas y obligar a los exhibidores a adquirir las películas por paquetes. Suena conocido, no?

No estoy afirmando que en el Perú suceda lo mismo porque no conozco los hechos claramente, ni que efectivamente se configure un ilícito, pero al menos ameritaría una investigación si alguien con información sobre el mercado cinematográfico se la proporciona a la Comisión de Libre Competencia.

En España la cosa fue más sencilla porque fueron los propios exhibidores los que plantearon la denuncia, pero en el Perú cualquiera puede hacerlo.

Dejo un par de enlaces que pueden ser útiles:

La resolución del Tribunal de la Competencia de España:

http://www.cncompetencia.es/PDFs/resoluciones/2006/2097.pdf


Un artículo (legal) sobre la distribución de películas y su efecto en la competencia:

http://www.uniovi.es/economia/prof/Fundamentos/LuisOreaSanchez/RELEASE%20COMPETITION%20IN%20THE%20SPANISH%20CINEMA%20INDUSTRY_SAE2006.pdf


Saludos,


Hawk"

Anónimo dijo...

Solo quiero decir que apoyo completamente el pensamiento del señor León Frías. Me parece absolutamente vergonzoso lo que dice el señor Zelaya, que en resumen trata al cine como un mero producto cualquiera, semejante a una botella de gaseosa o un paquete de galletas. Osea, se le da a la gente lo que quiere, y si no te gusta entonces no compres. Bajo este pensamiento, entonces el señor Zelaya también debería aconsejarle a las librerías que dejen de traer libros de una gran variedad de autores, culturas y paises y se limiten estrictamente a vender las últimas obras de Paulo Cohelo, Dan Brown y que lancen una reedición del libro de Gisella. Porque es lo que el público quiere, ¿Verdad?

Páginas del diario de Satán dijo...

Respuesta a Hawk

No le respondí antes porque no quería decir algo sin haberlo pensado mejor. Su planteamiento me parece muy correcto y el que podría fucionar desde el punto de vista del proceso legal. Pero me temo que las cosas son muy distintas aquí. En España, como usted dice, los exhibidores aportaron información porque estaban hartos del manejo de los distribuidores. En el Perú, la exhibición es parte del sistema y funciona en perfecta coordinación con él.

Los distribuidores independientes son cada vez menos y tienen muchas dificultades para estrenar sus películas. Eso queda claro al revisar la lista de "estrenos imprescindibles" que se exhibe cada año en el Festival de Lima. Muchas de esas películas esperan meses de meses, si no años, para entrar en cartelera, y otras no lo hacen nunca.

El desaparecido Sergio Salinas, en una entrevista aparecida en la revista Punto Final, aportada por Mario Rivas a la lista Cinemaperú, decía lo siguiente, sobre los problemas de la exhibición de películas en salas de arte de Santiago de Chile:

"Esta delicada situación que atraviesan las salas de cine arte no es un fenómeno que apareció de un día para otro. Como explica Salinas, se trata de un problema con variadas aristas. Una es la homogeneización del cine comercial: “Esto viene desde hace más de dos décadas, generado principalmente en Estados Unidos; se fue expandiendo y finalmente llegó por estas latitudes”, indica Salinas. Se trata de un fenómeno muy negativo, no sólo para las salas de cine arte sino para la difusión del cine en general. “Esta homogeneización hace que si se entra a una sala de París, Buenos Aires o Santiago, se encuentra exactamente lo mismo, con la consiguiente pérdida de diversidad cultural”.
Salinas agrega que esta estandarización “es una respuesta de la gran industria cinematográfica transnacional a desafíos que ha tenido el cine, en cuanto a la competencia primero con la televisión blanco y negro, luego con la televisión a color, enseguida con el video, la televisión por cable, la televisión satelital y últimamente, el soporte digital o DVD”.
Pero para Salinas esta respuesta resulta de doble filo “porque ni siquiera todas las películas de los grandes estudios, como Warner o Miramax, tienen éxito. Sólo algunas. Y con mucha mayor razón, y por esto es doblemente negativo, el cine alternativo: prácticamente no tiene cabida. Aunque, no es que las películas no tengan cabida, exactamente. Sucede que al distribuidor de una película española, por ejemplo, los exhibidores le pueden decir: tenemos tal número de salas, dénos tal número de copias. Pero el sistema para la permanencia en cartelera de las películas se mide desde el estreno, del jueves al domingo”. En este contexto, el lunes ya está decidido si una película sigue o no en cartelera. “Un filme que no tiene gran marketing ni inmenso apoyo publicitario ya está condenado. Entonces, lo más seguro es que no tenga éxito de taquilla y al segundo jueves lo saquen de varias salas o simplemente de todas. En este sistema, no solamente el cine alternativo, o cine arte, sino que toda producción que no sea gran espectáculo hollywoodense está condenado a morir”, sentencia Salinas."

Creo que lo dicho por Salinas es perfectamente aplicable al Perú y a otros países de América Latina.

Cuando vemos la cartelera no tenemos duda de la concertación para copar las salas con dos o tres películas, pero ¿cómo probar que ella se ha producido?

Hoy día, Hugo Valdez, envió a la lista Cinemaperú, el siguiente comentario:

"Lo de las censuras se han venido dando desde antes, más aún con las películas latinas y peruanas.

En Trujillo, las grandes distribuidoras amenazaban al propietario del cine Primavera con quitarle los grandes estrenos hollywoodenses si no retiraba algunas películas peruanas (una de las últimas -este año- fue Peloteros, que tenía buena taquilla).
En este caso el empresario local se encuentra entre la espada y la pared, y se ve obligado a sacar la producción peruana.

Ante esto, qué podrían hacer las autoridades, el Conacine y todos los gremios de productores y cineastas? Poco o Nada? No existe una base legal para impedir este tipo de presiones?
Al parecer, las películas peruanas, por más público que tengan siempre van a tener esa sombra, de las grandes producciones del extranjero que no saben competir por igual, a pesar de todo el dinero que manejan.

Las distribuidoras, de hecho, van a negar eso.

Ahora, quién podrá salvarnos de la cuota de pantalla?"

Interesante comentario de Valdez, que va en la línea de lo expuesto por usted, Hawk.

Tal vez sean los cineastas peruanos los que deberían asumir esa acción.

Anónimo dijo...

Lo más vergonzoso es que una revista como esa se llame "Godard!". Deberíamos recolectar firmas para presionar a sus dueños y que le pongan cualquier otro nombre más coherente con su línea: "Warner!", "UIP!", etecé

El maestro de la Nouvelle Vague no se merece eso!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Encuentro vergonzoso el silencio de los críticos de Godard! Por lo visto no tienen nada que decir sobre los
sólidos argumentos que los descalifican. Aquí más que nunca se aplica eso de que el silencio otorga.
Respaldo lo dicho por otro lector: que cambien de nombre.

Anónimo dijo...

Como siempre llamando a la polémica los decanos de la critica, asi como uno que otro advenedizo. La Revista Godard! tiene su posición, y eso es facilmente identificable en cada uno de sus editoriales.

Anónimo dijo...

Hola Chacho y Ricardo. Se que llego posiblemente a destiempo, pero no queria dejar de expresar mi opinión sobre esta grosera estafa al público que constituye la copia de UIP. Pueden leer más sobre ello en un artículo que he publicado en mi blog:
http://porlanuevaleydecine.blogspot.com/2007/11/censura-quin-le-pone-el-cascabel-al-len.html

Saludos,

Christian

Anónimo dijo...

Gracias Ricardo,

Me queda clara su posición. Sigo creyendo que, aún cuando los distribuidores la hagan más difícil, existen suficientes argumentos para que INDECOPI investigue las prácticas abusivas y concertadas en el mercado de distribución cinematográfica.

Sólo falta que alguien con el tiempo y los recursos para comerse el pleito.

Saludos,


Hawk

Anónimo dijo...

Respecto del post que se cita con relación a si existe un mecanismo legal para impedir que un distribuidor obligue a un exhibidor a retirar películas a cambio de darle estrenos, claro que hay mecanismo. Ese tipo de conductas se llama "ventas atadas" y está expresamente prohibido por el Decreto Legislativo 701.

Acá lo difícil es la probanza de la práctica, pues todos se cuidan de dejar poco rastro de las conductas ilícitas. Pero por ello el INDECOPI (y cualquier otra agencia de competencia en el mundo) se vale de indicios y otras formas de investigación y prueba para demostrar que se dieron prácticas prohibidas.

Saludos,


Hawk